Con Ignorancia no hay Paz

Con Ignorancia no hay Paz

  por Néstor Pedraza, director del Concurso Mundial de Cuento y Poesía Pacifista


Presentación del Concurso Mundial de Cuento y Poesía Pacifista (http://sites.google.com/site/concursomundialpacifista/) durante la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín 2009 (http://lasfiligranasdeperder.blogspot.com/2009/09/el-concurso-mundial-de-cuento-y-poesia.html)


En un mundo de frases de cajón y notas tan superficiales como rápidas en la televisión, todos los conceptos se reducen a breves instantes y pocas palabras, tan vacíos como efectivos. Una imagen de un niño comiendo del suelo en una calle, o el video de unas torres cayendo ante la mirada estupefacta de gente de a pie, nos transmiten mensajes facilistas que simplemente absorbemos para seguir con nuestra cotidianidad, sin percatarnos que todos esos mensajes se van aglutinando en nuestro cerebro para conformar una visión del mundo que nos es impuesta. Y dejamos de leer, de cuestionar, de investigar, sumidos en la operatividad del día a día, en la urgencia del trabajo, y en el placer banal y alienante de la rumba, el fútbol y las telenovelas. Es decir, nos negamos a nosotros mismos el derecho a construirnos un criterio y una mirada propia. [1]

Sólo en la búsqueda del conocimiento, en la preocupación por alimentar nuestro intelecto tanto como nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podemos conformar nuestras propias ideas, concretar nuestros argumentos, tener así las herramientas para dialogar con el otro. La lectura, como forma esencial del desarrollo del pensamiento y del dominio del lenguaje, es irreemplazable para tener no sólo el vocabulario suficiente y apropiado, sino el manejo del idioma que requerimos a fin de expresarnos; para darnos a entender y para escuchar y entender al otro. Sin esto, no hay diálogo, no puede entonces haber entendimiento, y sin entendimiento no puede haber paz. [2]

En la ignorancia de los conceptos y de la historia, está la trampa que nos hace caer en discursos que pretenden mostrarnos caminos de luz y libertad, cuando sólo nos llevan a la desolación y el vacío [3]. Una cosa es ser masón, gnóstico o metafísico a conciencia, a sabiendas de lo que se cree y se hace, por qué y para qué. Muy distinto es caer en la trampa de los libros de auto superación (mezcla superficial de masonería, gnosticismo y metafísica con elementos cristianos y paganos diversos), creyendo que no tienen que ver con religión ni política, que sólo dan buenas pautas para una vida “mejor”. También es muy distinto defender la declaración de los derechos humanos con pleno conocimiento de su historia y de la ideología que los soporta, a caer en la defensa de una homogeneización de todas las culturas bajo el yugo de los ideales burgueses que originaron, desarrollaron y han convertido en religión secular la declaración de los derechos humanos. [4]

Todo acto humano es, en sí mismo, político. Ser apolítico no es una opción, es sólo una impostura que oculta la mediocridad. Sólo en el esfuerzo constante por saber, por conocer, por aprender, por comunicarse con los demás, por tener claras cuáles son las políticas de vida propias, por qué y para qué de las mismas, y cómo se relacionan con las políticas del otro, podremos construir las bases del desarrollo de una sociedad pacífica. Muchas veces se dice que el cambio debe comenzar por uno mismo. Esto en efecto es cierto, pero uno no puede cambiar si no tiene un norte, si no sabe hacia dónde dirigir ese cambio. Es el conocimiento (no la acumulación de información, sino el desarrollo integral de la persona como individuo y como parte de una comunidad) lo que nos permite definir ese norte. Y el conocimiento no está en el sistema educativo, inmerso éste en el sistema socio-económico que nos subyuga y que está fundamentado en el mismo ideario liberal burgués que ha construido el mundo que conocemos y en el que vivimos. [5] No es suficiente con ir a la escuela o la universidad. El conocimiento debe buscarse activamente durante toda la vida, sin cesar. Y para comenzar, debemos aprender a leer de forma crítica, debemos leer no sólo un autor o sobre un único tema, y debemos adoptar la lectura como parte integral e irreemplazable de nuestras vidas. Pero también debemos aprender a ser solidarios con el conocimiento, enseñar a otros lo que aprendemos.

La ignorancia es el gran enemigo. Combatir la ignorancia es el primer paso, indispensable, para construir la paz.

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