SONREÍR ES SUNNA
Por: Sherezada
Detrás de estas palabras hay una
enorme sabiduría pues, aunque nos parezca increíble, una sonrisa o una mala
mirada pueden cambiar la vida de la gente. En ocasiones, en medio del orgullo y
nuestro imaginario occidental, pensamos que un rostro sonriente no es diferente
que cualquier otro gesto, pero eso no es correcto. Y hasta en esos pequeños
detalles, el Islam es sabio y el ejemplo del Profeta (ByP) es generoso; él
siempre dijo que cualquier acción buena es caridad, un gesto amable, una
sonrisa, un buen recibimiento, etc.:
De Abu Dhar, Allah esté complacido con él,
que dijo: “Me dijo el Profeta, Allah le bendiga y le dé paz: ‘No desprecies
nada del bien, aunque sea recibir a tu hermano con una cara sonriente’.” [Muslim]
Tengo dos historias sobre este
tema:
Mi hermana perdió su primer bebé,
sufrió un aborto espontáneo en el hospital, luego de eso estaba devastada y no
quería comer ni caminar ni hacer nada. Un día la convencimos de salir con
nosotros, ella estaba en la calle cuando de pronto estalló en un llanto
incontrolable y tuvimos que regresar a la casa.
Estuvo varias horas en ese
estado y cuando se pudo contener nos explicó: caminábamos por la calle y pasó a
nuestro lado una mujer muy bonita, mi hermana le sonrió y aquella mujer le
respondió con una mirada de desprecio que la afectó bastante, entonces se miró
en una de las vitrinas. Mi hermana dice que en ese momento se dio cuenta de lo
fea que estaba, que había engordado por el embarazo, que ya no tenía el cabello
bello de antes, que tenía ojeras, arrugas, en fin. Que ya no se sentía linda.
Después duró mucho tiempo
recuperándose de su depresión, pero sobre todo recuperando la autoestima que
una extraña, con una sola mirada, había destruido.
La otra cara de la moneda: estudiando
en la universidad, ya era tarde y me subí a un transmilenio[1]
que, como siempre, estaba atestado de gente. Como pude me acomodé de pie contra
la ventana de atrás y cuando el articulado en el que estaba arrancó, vi que
llegaba otro con la misma ruta y con bastante espacio disponible, incluso con sillas
libres.
Me reí al pensar que, si hubiera
esperado cinco minutos más, podría haber viajado cómoda al igual que muchas de
las personas que habían entrado conmigo. En la siguiente estación, una gran cantidad
de gente se subió a la fuerza, empujando y dando codazos, yo quedé aprisionada
contra la ventana y lo soporté mientras veía atrás el otro articulado casi
libre y un muchacho sentado en el puesto del frente observándome.
En medio de la aglomeración, la
incomodidad y el calor, miraba a aquel muchacho y él a mí. Como no podía hacer
nada más, decidí coger una de las fotocopias que llevaba en la mano y con
esfero escribir “Hola”, puse la hoja con el mensaje contra la ventana y le
sonreí, él se río y luego escribió un cartel en respuesta. Me pareció más
divertido hablar con él por medio de carteles que pensar en el tacón sobre pie
y el codo extraño en mi espalda. Escribí un segundo letrero con mi nombre y la
respuesta fue “Roberto”, luego le pedí su opinión sobre el transmilenio, me
respondió “Horrible” y así sucesivamente.
Llegamos a la misma estación, me
bajé sin esperar, para mí la conversación había acabado, estaba saliendo cuando
él me alcanzó y me abrazó. Estaba llorando y permaneció así un buen rato, yo no
sabía qué hacer, como única reacción correspondí su abrazo hasta cuando se
separó de mi y me dijo: “Yo iba hacia mi casa dispuesto a suicidarme, de hecho
estaba escribiendo mi despedida cuando usted me saludó, ahora ya no lo pienso
hacer, gracias.” Siguió llorando; yo no atiné a responder nada y él continuó:
“Si no me cree, mire.” Me entregó la hoja que decía “hola” y por detrás leí una
carta de despedida para su mamá y sus hermanas.
Luego
intercambiamos números telefónicos y nos despedimos. Nunca volví a hablar con
Roberto, pues al otro día me robaron el celular y quedé incomunicada, pero esta
experiencia, que viví antes de islamizarme, me hizo entender por qué el Profeta
(ByP) decía que una sonrisa es caridad, que una mirada es caridad, que un buen
gesto es caridad, porque nuestra actitud hacia los demás puede ayudarlos.
De Abu Huraira, Allah esté
complacido con él, que dijo el Mensajero, Allah le bendiga y le dé paz: “Y las
buenas palabras también son sádaqa.” [Bujari y Muslim]
No siempre tenemos la fortaleza
para tener una buena actitud hacía los demás, también necesitamos recibir
sonrisas y para esto es importante estar rodeado de personas, y en especial
hermanos musulmanes, que puedan brindarnos una actitud agradable.
Aishah dijo: “Escuché al Mensajero
de Allah decir: ‘El creyente alcanza con su buen carácter el grado elevado de
un ayunante que ora por la noche’.” [Abu Daud]
En ocasiones somos los que
sonreímos siempre, los que levantamos el ánimo y brindamos palabras de aliento,
y nos entristecemos cuando vemos que en el momento de necesitar una respuesta
amable de parte de los demás tan solo recibimos malos gestos, eso es muy común,
mas de lo que se cree. Pero también podemos llevarnos una sorpresa al recibir
el mejor trato de quien menos lo esperamos: esa hermana que nunca habla en la
mezquita, la muchacha nueva que está haciendo preguntas, etc.
Los pequeños detalles son los
que crean las grandes obras. La diferencia entre una porcelana cualquiera y una
de las delicadas piezas de arte chinas consiste en los ínfimos detalles bien
cuidados: las líneas exquisitamente delineadas, los colores precisamente
definidos, acabados complejos y llevados a buen fin, etc.
En estos pequeños detalles el
musulmán se distingue de otros creyentes, y son esas pequeñas actitudes las que
hacen grande a la Ummah musulmana.
Aisha dijo:
“El Profeta (ByP) dijo: ‘Ciertamente, Allah ama a quien es gentil y atento en todo’.”
[Bujari]
Solo un consejo, la próxima vez que tengas mala cara, mala actitud y
te estés quejando de la vida, recuerda: el musulmán debe hacer caridad, y
sonreír es caridad.
Leave a Comment